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Rut – Elijo seguir a Dios

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En el devocional anterior, vimos cómo es que un mal testimonio puede afectar la decisión de seguir o no a Dios. Vimos que es necesario analizar las motivaciones por las cuales buscamos a Dios, si es sólo por recibir provisión de parte de Él o si lo buscamos por amor, porque Él nos amó primero.




Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo
y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.

Rut 1:15



Orfa se regresa a sus dioses, a su pueblo idólatra. Después de haber estado casada con un hombre del pueblo de Dios, sus convicciones de seguir con sus dioses no habían cambiado.  Al final salió a relucir que su corazón seguía perteneciendo a su dios.


Que nadie nos desenmascare por vivir un cristianismo a medias, por vivir en medio de dos creencias. No debemos ser tibios, ni medio cristianos, ni medio del mundo.



Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti;
porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada;
así me haga Jehová, y aun me añada,
que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

Rut 1:16-17



¡Qué increíble muestra de amor verdadero, de un deseo de seguir a Dios y amarle!  Cuando conocemos al Dios que vive, queremos seguirle, escucharle y aprender más de Él. Dejar todo por seguirle, no es una decisión sencilla si estamos atadas al pasado, a los placeres y filosofías del mundo. 


Cuando reconocemos que sin Dios no somos nada, no podemos alejarnos de Él. 

Por eso al ver nuestra nueva vida junto a Él, ésta palabra se hace real en nosotras. ¡No me pidas que me aleje! Porque sin ti nada soy, a donde quiera que vayas iré yo, no me quites de delante de ti porque en ti he creído, porque es mejor un día en tu presencia que mil fuera de ella. Separada de ti amado Dios, nada soy... 



Rut elige seguir a Dios y hace 6 declaraciones que marcarían el rumbo de su vida.



No me ruegues que te deje, y me aparte de ti

Rut estaba dispuesta en seguir a su suegra, a quedarse con ella. Rut era leal y está decidida a no regresar a su vida anterior, a no volver a los dioses a quienes antes servía y emprender un viaje junto a su suegra a una tierra desconocida para ella.



Donde quiera que tú fueres, iré yo

Eso implicaba vivir en la pobreza, salir de un lugar sin nada para llegar a un lugar donde comenzarían de nuevo y aún así, Rut decide seguir adelante y compartir con su suegra todo. Al final del día, cuando caminamos en pos de Dios, el mejor lugar para vivir es el que Él elige para nosotras.



Tu pueblo será mi pueblo.

Rut estaba renunciando a su propio pueblo, a sus antiguas creencias, a sus antiguas costumbres. Ella acepta pertenecer al pueblo de Israel. En realidad eso mismo hacemos nosotras cuando recibimos a Cristo, comenzamos a vivir en un nuevo pueblo, el pueblo de Dios.


No podemos seguir a Cristo cuando negamos o no queremos pertenecer a su pueblo, cuando no queremos dejar por completo el lugar al que pertenecíamos, ese pueblo lleno de idolatría, pecaminoso y alejado de Dios.


Ahora somos pueblo suyo. (1 Pedro 2:9-10)



Tu Dios será mi Dios


Rut elige seguir a Dios, amarle, estar bajo sus estatutos y seguir caminando con Él. ¿Cómo pudo desear seguirle si no lo conocía? La gracia de Dios. Es su gracia la que nos lleva a amarle, cuando dejamos de poner nuestra mirada en los hombres y la ponemos en Dios, nos enamora.


Rut estaba renunciando al dios Quemós, a toda la idolatría que por generaciones había conocido, renunciaba a ello por amor a Dios. Tú y yo ¿Qué ídolos nos falta por quitar de nuestra vida?



Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada.


En un nuevo Pueblo, con una nueva esperanza al morir, con un nuevo conocimiento de la muerte. Sería sepultada en un pueblo nuevo para ella y todo eso se resume a morir con la esperanza de la resurrección. (Hebreos 11:9-10)



Así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.


Decidida a seguir pone a Dios por testigo de que no la dejará, ni se alejará. Muestra su amor, el que se da sin esperar algo a cambio, el amor real.


Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.

Rut 1:18



La decisión de seguir a Dios, cambia por completo el rumbo de nuestra vida. Rut pudo haber decidido regresar a su pueblo y dejar de ser nombrada en la Biblia, dejar de tener la gracia de Dios. Sin embargo, aún sin conocer hacia donde estaría llevándola esa decisión, sin saber el grado tan de honor que Dios le da a quienes le siguen y le aman sin esperar algo a cambio, Rut no volteo a ver sus circunstancias sino que siguió fiel hasta el final y esa decisión hizo eco en los cielos.



Para meditar:

En este mundo donde cada vez hay más doctrinas, más religiones y más dependencia del hombre que del mismo Dios, ¿Qué tan fieles seguimos a nuestra decisión de seguir a Dios?


Inseguridad, miedo a salir en determinadas horas del día y de la noche. Lugares a los que Dios nos ha movido y no conocemos, lugares que no son lo que esperábamos fuesen, pero que es donde Dios nos ha llevado, ¿Somos agradecidas con Dios por el lugar donde nos tiene? ¿Confiamos en que sus planes son mejores que los nuestros? ¿Hacemos de ello una queja constante? ¿Nos conmiseramos o aceptamos la voluntad de Dios y bendecimos el tiempo que estamos viviendo?


¿En realidad hemos decidido seguir a Dios por completo? Probablemente aún tengamos costumbres y actitudes de antes de conocer a Cristo pero, ¿Qué tan decididas estamos en dejarlo todo atrás para seguirle como nueva persona? ¿Cuáles son esos ídolos que aún están estancados en nuestra vida? ¿Somos presas de la idolatría moderna? No la que se inclina ante los ídolos hechos a mano de hombre, sino la idolatría a uno mismo, a nosotras mismas.


Toda idolatría de uno mismo tiene en su base los tres deseos encontrados en 1 Juan 2:16: "Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo."


Rechacemos toda idolatría y busquemos alinear nuestros corazones y mentes para que estén centrados en Dios y en el bienestar de nuestro prójimo. Cuando amamos al Señor y a otros con todo lo que está en nosotros, no habrá cabida en nuestros corazones para la idolatría.



“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con todo tu ser y con toda tu mente.”

Mateo 22:37




En Su Gracia



Karla






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