Una de tantas cualidades que tiene la mujer virtuosa es el ser una madre que ha dejado huella en la vida de sus hijos. ¿Acaso no es el anhelo de cada madre?
El versículo 28 nos resume su vida familiar, mañana hablaremos acerca de la mujer virtuosa como esposa, hoy, nos centraremos en su maternidad.
Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
Y su marido también la alaba:
Proverbios 31:28
Cada una de nosotras podemos hablar de lo maravillosa que fue nuestra madre, de lo bien que hacía nuestra comida favorita, podemos hablar de las veces en las que se desveló con nosotras porque nos sentíamos mal. Es muy probable que también recordemos las cosas erróneas que cometió porque no hay alguien perfecto sino solo Dios, pero aun con sus errores sabemos reconocer sus aciertos.
Pero ¿qué de nosotras? ¿Qué es lo que nuestros hijos dirán de nosotras como mamás?
Recordemos que esta mujer tenía muy en claro sus prioridades y las llevaba a cabo de manera eficaz. Una mujer que estaba entregada a su matrimonio y su familia. Mujer valiente, esforzada y de buen testimonio para los de fuera y sin duda, para los de dentro.
Se dice que como somos dentro de casa, somos en realidad.
Es muy fácil dar un buen testimonio con los que no nos conocen ni viven de cerca nuestros problemas, nuestras luchas, los pecados con los que batallamos, etc., pero en casa, con nuestros principales testigos no podemos fingir ni aparentar una vida perfecta.
Que maravilloso será el día en que nuestros hijos hablen de nosotras y den testimonio de lo bien que hicimos nuestro trabajo como mamás. Y qué maravilloso será cuando Dios nos muestre que lo hicimos bien, que, aunque tuvimos errores y fallas siempre dependimos de Él, de Su Gracia, de su ayuda para enfrentar y salir victoriosas cada día.
Este versículo puede desanimarnos o deprimirnos si volteamos a ver a nuestros hijos y nos damos cuenta de que su vida no es precisamente lo que deseamos para ellos, si nuestros hijos están en rebeldía, si ellos han decidido vivir la vida lejos de Dios podemos culparnos y solo ver nuestros errores y fallas. Pero he aprendido algo, aun en lo malo debemos ser agradecidas. Ese hijo que quizás no esté dando un buen testimonio de nuestra labor como mamás, tiene un propósito para nuestra vida, nos ha mantenido de rodillas buscando la dirección de Dios.
Aun en medio de todo ello solo dependemos de una cosa para salir en victoria… La Gracia de Dios.
Necesitamos orar todo el tiempo.
Por nuestros hijos.
Por nosotras.
Por nuestra maternidad.
Le necesitamos a Él, a nuestro amoroso Padre Eterno. De Él dependemos para ser mejores madres, que nuestro día comience en oración y así finalice. Tengo tan claro que nuestros hijos dan testimonio de nuestra labor como mamás delante del mundo, pero nosotras lo damos delante de Dios.
A Dios es a quien servimos, para Él es quien estamos preparando a nuestros hijos. Que cada día nuestra motivación sea para forjar en nuestros hijos el carácter de Cristo, enseñarles las bases Bíblicas, el carácter de Dios, las consecuencias del pecado y por supuesto, Su Gracia.
MANOS EN ACCIÓN
1. Nunca dejemos de orar por nuestros hijos y de ser posible orar con ellos tengan la edad que tengan, ellos necesitan nuestras oraciones.
2. Como madres creyentes lo que más anhelamos es la salvación de nuestros hijos y que vivan una vida agradable a Dios.
3. Instruyamos a cada uno de nuestros hijos en el camino del Señor, en disciplina e instrucción.
4. Hablemos del amor de Dios y también de las consecuencias de alejarse de Él.
5. Hagamos de su vida algo memorable, sobre todo de su niñez. Tengamos en cuenta que solo son niños por un corto periodo de tiempo, vivamos con ellos de manera tal que glorifiquemos a Dios en cada etapa.
No es tarde mujer. Mientras tengamos vida en esta tierra tenemos oportunidad de enmendar errores y de comenzar a vivir la maternidad de manera que glorifique a Dios. Cada día es nueva su misericordia, aprovechemos la gran oportunidad que Dios nos da y vivamos un día a la vez... en Su Gracia.
K A R L A
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