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Cuando Dios hace silencio

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Las circunstancias de la vida no son color de rosa, tampoco siempre son grises; pero por alguna curiosa razón, un solo día gris hace que olvidemos los 3,000 días rosas.


Nadie está totalmente preparado para recibir noticias dolorosas, nadie está exento de recibirlas ¿te ha pasado? Una llamada repentina a media noche haciendo saber de la muerte del abuelo; un frío corredor interminable en la sala de espera del hospital, un hijo que está perdido en las drogas, un esposo violento, alguien que planea destruirte y la soledad en la habitación; en los que pareciera que Dios no está con nosotras.


Viene a mi memoria el rey David clamando a gran voz:


“Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche y no hay para mi reposo.

Salmo 22:1-2


Años más tarde nuestro Señor Jesucristo clamó las mismas palabras estando en la cruz del calvario, y es que pareciera que cuando más necesitamos escucharle, es cuando más hace silencio.



¿Por qué estás lejos oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?

Salmo 10:1



Pero al paso de los días, leyendo su palabra y buscando su Rostro día a día; podemos darnos cuenta que aunque guarda silencio Él está ahí, cerca de nosotras, cuidándonos, protegiéndonos, velando por nuestra vida.


He aprendido que el que haga silencio, no significa que no esté a mi lado, he llorado día tras día de desesperación por no escucharlo, por sentir que me ha abandonado y al final, he podido experimentar que siempre ha estado ahí, que es mi fortaleza, mi roca, mi castillo, mi libertador, mi escudo y mi alto refugio.


También he creído que esos momentos donde Él hace silencio, es cuando más debo buscarle, depender más de él porque está probando mi confianza y dependencia en Él, en no confiar en mis habilidades y esperar en Él.

¿Recuerdas a Job? Él tenía los argumentos necesarios para sentirse olvidado por Dios y nos da una lección en el capítulo 23:8-10 que dice:



“He aquí yo iré al oriente, y no lo hallare; y al occidente y no lo percibiré;
Si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré.
Mas Él conoce mi camino; me probará y saldré como oro.



Dios sabe qué es lo que necesitamos, lo que acontece en nuestra vida. Es el dolor más terrible que podemos experimentar en nuestra vida espiritual, el sentir que nos ha abandonado, el buscar su rostro y encontrar silencio, el despertar esperando escuchar su voz y nada; pasan las horas y el silencio es interminable.


¿¡Dónde estás!? ¿Qué más necesito saber? Buscar su rostro. No olvidarnos de Él ni de la bondad de antaño; recordemos lo bueno que ha sido con nosotras desde siempre y cobremos ánimo mujer.


Job dijo:


“Mis pies han seguido sus pisadas; guardé  su camino, y no me aparté.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca más que mi comida.”

Job 23:10-12



·        Seguir sus pisadas – No separarnos de Él.
·        Guardar su camino –esperar nuestro encuentro.
·        No apartarnos del mandamiento – leer su Palabra, una y otra vez.
·        Guardar sus Palabras –buscar su rostro en la Palabra, citarla, recordar sus promesas, recordar que Él prometió estar con nosotras todos los días hasta el fin del mundo.
Y confiar amada, confiar que aunque guarde silencio, Él siempre ha estado ahí.



Tal vez no tengamos la solución a lo que estamos atravesando, tal vez nuestra oración no es contestada como esperábamos pero Él tiene el control, confiemos en su soberanía y descansemos que aunque no lo sintamos o escuchemos, Él está trabajando en nosotras y nos pulirá.



Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
No escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
Mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.

Salmo 27:7-9, 13-14




Aguarda a Jehová, esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera a Jehová.



En Su Gracia


Karla




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