Esta es una de las enseñanzas en las que debemos poner especial atención y compartirla con cada creyente. Nuestro amoroso Dios no nos dejó indefensas contra los ataques del enemigo.
El apóstol Pablo nos ilustra de manera puntual un arma de defensa en el capítulo 6 de la carta a los Efesios. Hoy veremos la primera parte.
LA ARMADURA DE DIOS
{Efesios 6:10-15}
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Nuestro Dios nos manda a fortalecernos en Él y en el poder de su fuerza. Nos dejó su armadura y esto es para hacer frente a nuestros enemigos, todos aquellos que están en las regiones celestes. Todos los poderes espirituales de maldad que vienen contra nosotros, son reales. No debemos luchar en nuestras fuerzas y contra gente de carne y hueso. Es nuestro deber aprender a ceñirnos toda la armadura de Dios, de lo contrario estaremos vulnerables a los ataques del enemigo.
Estar firmes, sin temor, sabiendo que de Dios viene nuestra fortaleza.
CIÑAMOS NUESTRO LOMO CON LA VERDAD.
Necesitamos estar, permanecer en la verdad; cuando Jesús hablaba a los religiosos que manifestaban los deseos de su naturaleza y los deseos del diablo les dijo:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla;
porque es mentiroso, y padre de mentira.
Juan 8:44
Nosotras, al ceñir nuestro lomo con la verdad necesitamos saber que con tan solo odiar a alguien, no perdonar, guardar rencor contra la gente, estamos siendo homicidas.
Al guardar rencor nos amargamos y eso detiene la gracia de Dios (Hebreos 12:2) amada amiga, la amargura nos descalifica para la obra de Dios.
No permanecer en la verdad. Esto va mucho más allá de tan solo decir mentiras. Es acerca de cómo es que vivimos nuestra vida, si acaso vivimos aparentando sin distinguir entre la apariencia y la realidad.
Nuestra primer parte de la armadura es la verdad. Desechar la mentira.
Esta parte de la armadura protege la espalda cuando hablamos, caminamos y vivimos verazmente. Si hacemos lo contrario estamos desarmadas delante de satanás. Ciñamos la verdad a nuestra vida, que sea un hábito en nosotras.
¿Cómo está nuestra conciencia? ¿Qué tan íntegros somos?
Debemos ser auténticos y sencillos, el artículo anterior hablamos de ser ejemplo a nuestros hijos, el vivir con integridad es importante delante de nuestros hijos. Seamos veraces en nuestra vida, no tratemos de aparentar lo que no somos. No seamos hipócritas, muchas veces ocultamos un desagrado por alguien hablándoles bien de frente y por detrás calumniándoles, eso no debemos seguirlo haciendo.
Seamos íntegros, vivamos en la verdad de nuestra vida porque eso nos protege contra los ataques de satanás. Vivamos la vida de acuerdo a la Palabra de Dios. Firmes, de pie en cada ataque que venga contra nosotras o nuestros hijos, resistamos.
LA CORAZA DE JUSTICIA
Esta pieza estaba hecha de metal y cubre los lomos, la espalda. La coraza de justicia representa la justicia de Cristo. Cuando Cristo muere, cumple todo lo que la ley demandaba y nos justifica.
Somos justos no por lo que hayamos hecho sino por lo que Jesucristo hizo. (Romanos 3:24) Él nos viste con su justicia, nos da la entrada al trono de la gracia porque al recibirlo somos hechos justos.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad,
y vestidos con la coraza de justicia,
Efesios 6:14
Vestíos con la coraza de justicia. La justicia que nos da Jesús es la que produce amor. “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:10) amemos a nuestros hermanos, perdonemos, soportemos a todos aunque haya quienes buscan nuestro mal, calumniarlos pues, Dios permite que pasemos por todo eso para que descubramos esa justicia de Cristo.
La justicia que perdona y no permite que nos ofendamos, esa justicia que nos permite seguir caminando con la mirada puesta en Jesús pues nos fortalece. Cuando satanás acusa, la justicia de Cristo nos defiende.
La justicia con la que Cristo nos ha revestido nos caracteriza en el trato a otros. ¿Qué tanto estamos amando a otros? ¿Qué tantas veces hemos perdonado?
En el mundo hay una frase que dice que el perdón no nos da permiso para seguir lastimando a otros. Es cierto, no debemos confiar en que nos perdonarán para tratar a otros como lo hacíamos antes. Sin embargo, si tomamos esa frase como lema nos llevará a la amargura pues si esperamos que otros no nos lastimen para evitar pedir perdón una vez más y nos lastiman, nos amargaremos. Confiemos en la justicia con que Cristo nos ha revestido y mostremos ese carácter sobrenatural que viene de parte de Él y no de nosotras.
Cuando pasemos por pruebas, sufrimientos, valle de sombras, enfermedades, etc. necesitamos que Jesucristo esté con nosotras, así no nos frustraremos, no nos amargaremos y saldremos en victoria. En un futuro, ni una sola marca de esos sufrimientos serán visibles porque Cristo está con nosotras y nos justifica y nos resguarda.
En Su Gracia
Karla