Y cumplidos estos días, hizo el rey otro banquete por siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa capital del reino, desde el mayor hasta el menor. El pabellón era de blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en anillos de plata y columnas de mármol; los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de pórfido y de mármol, y de alabastro y de jacinto. Y daban a beber en vasos de oro, y vasos diferentes unos de otros, y mucho vino real, de acuerdo con la generosidad del rey. Y la bebida era según esta ley: Que nadie fuese obligado a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno.
Ester 1:5-8
Después de mostrar su riqueza a sus amigos y gloriarse ante ellos, el Rey Asuero hace un banquete para su pueblo. Presumió sus riquezas pero con ellos se mostró generoso, les dio lo mejor.
Para mostrar su generosidad, dio mucho vino real; vino fino en vasos de oro aunque diferentes uno de otro. La generosidad no se mide por el costo de lo que se ofrece, sino por aquello que se da de corazón y sin hacer distinción, como los vasos.
El rey, dijo que no se le obligara a nadie a beber, cada uno bebía según su voluntad no imponía a nadie algo que no quisiera recibir de parte del rey.
Su esposa, la reina Vasti por su parte, ofreció un banquete para las mujeres en el palacio real. Ella también mostraba su generosidad pero lejos de su esposo.
Aquí podemos ver que la integridad en nosotras es primordial. Necesitamos ver por nuestra familia primeramente, sin aparentar nada, sin exaltarnos a nosotras mismas. Tal vez lleguemos a tener un lugar con poder, con posesiones y nuestra familia es parte de ello y por supuesto, nuestro lugar es al lado de nuestro esposo.
La humildad debe prevalecer dentro y fuera de casa. No hay necesidad de ser ostentosos y mostrar lo que Dios nos ha dado con afán de evidenciar el lugar que tenemos. Seamos humildes, generosas, porque lo que importa es lo interno, lo del corazón.
El que el rey Asuero diera vino real en diferentes vasos, habla de hacer distinción entre los miembros de su pueblo; nosotras hemos aprendido que no debemos hacer distinción de personas, menos cuando somos parte de una familia.
¿Has visto que es común dar el mismo trato a las personas, pero con diferente envase? Por ejemplo la amabilidad, hace unos días mi esposo me comentaba de un varón que es muy amable con algunas personas y se expresa de manera corporal, etc. y con otros es igualmente amable en su forma de hablar pero muy cortante en su expresión corporal.
Nuestra vida, nuestro amor y la demostración de él debe ser imparcial, igualmente unos con otros; esto no sólo aplica a las relaciones familiares sino a todas.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;
como yo os he amado,
que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros.
Juan 13:34-35
Peca el que menosprecia a su prójimo;
Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
Proverbios 14:21
El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero, que trajesen a la reina Vasti a la presencia del rey con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa. Mas la reina Vasti no quiso comparecer a la orden del rey enviada por medio de los eunucos; y el rey se enojó mucho, y se encendió en ira.
Ester 1:10-12
Y para cerrar, el día 187 el rey Asuero estando ebrio, se acuerda que tenía esposa y manda por ella para mostrar su hermosura. La reina no quiso ir, el rey se enojó tanto que ardió en ira.
Estos versículos me dan dos enseñanzas, la primera con el Rey y la segunda con la reina. Hoy te compartiré sólo lo que aprendí de Asuero y en un artículo aparte te compartiré de Vasti.
Las actitudes del rey Asuero me permiten comprender la importancia del lugar que le damos a quienes amamos, el lugar que le damos a Dios mismo.¿Qué tan egoísta podemos ser al tener todo de parte de Dios?
Si Dios nos ha bendecido dándonos una bella familia donde podemos estar cada día, un esposo maravilloso e hijos que nos aman a pesar de nuestros errores como mamá. ¿En qué lugar los tenemos? ¿En qué lugar tenemos a Dios?
Al escuchar el llamado de Cristo, deberíamos acudir al instante, Él no nos usaría jamás, sin embargo ¿lo hemos usado? Porque puede suceder, en realidad ha sucedido, que hasta el final de todo lo recordamos y acudimos a Él. Cuando sin Él no somos nada.
Puntos aprendidos
1. Poner a Dios en primer lugar.
2. La familia
3. Nunca olvidar que por Él tenemos todo.
4. Atender su voz, siempre.
5. Jamás encender en ira cuando no obtengamos algo que queremos sólo para satisfacer nuestro ego.
Amemos a nuestro Dios por encima de todas las cosas, atendamos su voz al instante, cuidemos y amemos a nuestra familia, esa familia que Dios eligió para nosotras.
Para meditar:
¿Qué tan generosa y humilde soy? ¿Doy lo mejor a los míos? ¿Qué importa más, los bienes o ellos? ¿Soy generosa para ser reconocida o porque me nace del corazón?
¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida? ¿Pienso primero en mí antes de quien amo? ¿Busco mostrar la belleza de Dios a otros o lo guardo para mí? ¿Busco secretamente el reconocimiento de otros?
Si viviéramos como el rey Asuero, nuestra vida sería miserable, con riqueza pero sin amor, con lujos pero sin familia y sin amigos cercanos, con riqueza y solitarias.
La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella.
Y no añade tristeza con ella.
Proverbios 10:22
Usemos todo lo que nos ha sido dado por Dios, cada talento, cada don para exaltar su nombre y llevar a otros al conocimiento de su hijo Jesucristo. Compartamos con otros el amor de Dios, nuestra mayor riqueza es el poder ser sus hijas. ¿Te animas?
En Su Gracia
Karla