Compasión: Sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo.
Hemos estado viendo las diferentes características de la mujer virtuosa, ella es una mujer que tiene bien definidas sus prioridades, una mujer que ama a su esposo, a sus hijos, se preocupa por ellos, está pendiente de darles bien y de trabajar de la mano de su esposo para crear un patrimonio para el futuro.
Hemos hablado de algunas de las cosas que realiza para beneficio de su esposo, matrimonio, de su familia, de su hogar. Una mujer ejemplar, sin duda. Y el día de hoy hablemos de sus manos hacia otros.
Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
Y extiende sus manos al menesteroso.
Proverbios 31:20
Ella es más que una administradora, más que una ama de casa bien organizada es una mujer piadosa, compasiva, una mujer que da de sí para los demás, que usa sus manos para ayudar a los más necesitados. ¡Hermosa mujer!
Este versículo también nos habla del corazón de nuestro amado Jesús, Él quien se dio a sí mismo para salvación de nuestra alma, Él que tiene cuidado del pobre y del desamparado, de las viudas y de los huérfanos, Él que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo aun siendo Dios por amor, por compasión, por su bondad.
Nosotras tenemos la oportunidad de ayudar a otros, de dar de lo nuestro, pero ¿sabes? Esta mujer también nos enseña algo muy importante, y aunque ya lo hemos estudiado antes no quiero dejar de mencionarlo en este día. Ella sabía y tenía muy claras sus responsabilidades y prioridades. Antes de ir y ayudar a los necesitados suplía y cumplía primero en casa. Era una mujer temerosa de Dios, sumisa y obediente, ella mantenía sus prioridades en orden y lo vemos a lo largo de todo el capítulo.
Nos enseña que ve por su esposo, por sus hijos, por su hogar, dirige, supervisa, ama y ya que está todo en orden y cumplió con ellos, entonces dirige sus pasos y extiende sus manos para ayudar a otros. No es una mujer que busque dar y dar y dar a otros cuando en casa hay necesidades que atender. Y es que podemos caer en eso a veces sin darnos cuenta, tratamos de ayudar a tantos porque en verdad tenemos ese corazón compasivo, pero, no olvidemos que nuestra prioridad es nuestro hogar.
He conocido personas con un corazón compasivo, siempre buscando dar de sí para ayudar a otros, haciendo obras de caridad, ayudando a los más necesitados, a los pobres, a las viudas y en ocasiones dan más de lo necesario solo para que otros tengan una vida digna y eso es de admirarse. El hacer buenas obras es hermoso, pero es importante mencionar que las obras no nos salvarán, es la obra de Cristo la que lo ha hecho. Quizá antes de conocer a Cristo hacíamos buenas obras para ganarnos la aprobación de Dios e irnos al cielo, hoy sabemos que ninguna obra que hagamos, por más buena que sea nos da la salvación, ya que la obtenemos por Gracia, las buenas obras que ahora hacemos las hacemos por gratitud a Cristo, para agradarle a Él y para mostrar a otros el corazón compasivo de Dios, no el nuestro. Todo se trata de Él, para guiar a otros a Cristo, a glorificarle y alabarle a Él, no a nosotras y nuestro buen corazón.
Que nuestras obras sean para mostrar el corazón misericordioso y compasivo de Dios, ayudemos al pobre, al necesitado, no solo en lo material sino principalmente en lo espiritual. Hablemos de Cristo, compartamos las buenas nuevas de su Evangelio, amemos a su iglesia, a la creación de Dios y presentemos a ellos a Cristo para Salvación de su alma.
Señor ayúdanos a cada día parecernos más a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, que sea compasivo, que vea las necesidades de otros y busquemos suplirlas, permite que extendamos nuestras manos a los más necesitados y podamos hablarles de ti para salvación. Gracias por darnos la mejor enseñanza, lo hermoso de tu corazón mi amado Jesús, amén.
En Su Gracia
K A R L A
Artículos Anteriores de este estudio.